El califa omeya Abd-al-Rahmán III
observa por vez primera a azahara
Apareció como un arpa escondida
en un ángulo desplazado a la mirada.
Punto de fuga fue la luz de su cabello,
como una fuente inagotable
donde la luz del ocaso se reclinaba
y volvía a manar constantemente,
resbalando por su cuello,
salpicando de oro sus brazos.
Altiva como la belleza virgen y salvaje,
segura de su poder sobre el mundo, miró,
y no pudiste aguantar su mirada
más que en el saludo.
Después las espadas se envainaron
y las luciérnagas iluminaron la noche
con fuego de artificio en las miradas.
Mi humilde poema ha quedado finalista en el consurso organizado por el Centro de estudios poéticos de Madrid.
Enhorabuena compañero! Te lo mereces.
ResponderEliminarno está mal, pequeño..no está mal ;)
ResponderEliminar