viernes, 23 de abril de 2010

Cuaderno de bitácora del taller: 3

¿Cómo empezar un relato? Esa pregunta que se hacen miles de escritores cada día nos la hicimos nosotros ayer en la 4ª sesión del taller de escritura creativa de San Javier. Una primera respuesta fue teórica, y repasamos con la ayuda de un Power Point (bendito invento) los principales tipos de comienzos que existen y sus técnicas. Así, vimos las principales características del Inicio in media res o del inicio ab ovo. Pero pronto nos dejamos de latinajos para pasar a la acción y modificar la introducción de un cuento de Luciano G. Egido. El don Juan protagonista y la frescachona de su amada inspiraron en los alumnos diversos comienzos.

Tras una breve pausa volvimos a al aula para el final, no de la clase sino de los relatos. Volvimos a nuestro querida Power Point para ver qué herramientas se pueden utilizar para construir un cierre preciso y llamativo. Como somos gente de acción, volvimos pronto a los ejercicios prácticos para intentar plasmar en el papel lo que habíamos visto en la pantalla. El profesor propuso un juego-concurso que consistía en que cada uno de los alumnos completara un microrrelato de David Roas del que habíamos su final. Tras leer todos los finales, incluidos el auténtico del autor, los alumnos tenían que votar cuáles creían que era el de Roas y cuál le parecía mejor.

Os dejamos con el divertido minicuento de David Roas y con los dos finales que eligieron los alumnos y con otros que propusieron anoche para responder a la otra gran pregunta: ¿Cómo terminar un relato?

"Descensus ad inferos" del libro Horrores cotidianos (2007)

La bombilla se apaga cuando te encuentras en el descansillo del cuarto piso. Tanteando, logras dar con un interruptor, pero la luz no vuelve. Debe ser – piensas- un apagón general. La oscuridad es total. Intentas seguir andando despacio, palpando la pared para guiarte. Pocos pasos más adelante, tu pie derecho no encuentra suelo donde apoyarse. Se trata, sin duda, del siguiente tramo de las escaleras. Empiezas a bajar hacia el tercer piso. De pronto, un débil sonido surge a tu izquierda. Aguzas el oído. Te parece identificar una especie de roce sobre el suelo. Un roce de tela. Y pisadas. Demasiado blandas para unos pies calzados con zapatos, deduces. El aire te trae un extraño olor a antigüedad. Algo intolerablemente viejo se te acerca en la oscuridad. Aprietas el cuerpo contra la pared, en un desesperado intento de fundirte con ella: no quieres tener el más mínimo contacto con esas telas que continúan aproximándose. El sonido del roce y el arcaico hedor aumentan de intensidad. Y en el preciso momento justo en que notas que aquello está apunto de alcanzarte...

vuelve la luz y ves a doña Patro que pasa junto a ti arrastrando su pierna eternamente vendada (“la artritis, hijo, la artritis”) y musita un débil saludo.

(David Roas)

una voz apagada y angustiada te dice:
- Hijo mío, ¿has visto el Inistón?
(Maria José García) Texto elegido por los alumnos del taller

oyes esta tenebrosa voz que te dice: "oiga, que esta atracción es solo para niños, bájese del castillo del terror que usted es ya muy mayorcito...¡vergüenza debería darle!". En la calle te miran todos con gestos de desaprobación.
(Juande González) Texto elegido por los alumnos del taller

abres los ojos y te das cuenta de que estabas soñándolo todo.
(Manuel León Sagastegui)

desbocado el corazón, dispara la sangre hacia tu sobretensada sien, en esa opresión que no te deja respirar... despiertas como cada mañana.
(Tiago)

mis amigos me sorprenden con un caluroso "Felicidades"!!!
(Ana María)

1 comentario:

Sr. Nadie dijo...

Muy buenos los finales! Y muy bueno el relato del Señor Roas.