Comenzamos esta sección con dos poemas de Julia Mena, a la que podéis leer también en su blog Amapola Psicovisceral.
PARA VARIAR
De haber sabido que tenía cosquillas
no te habría apartado las manos tan a la ligera
ninguna de las veces que acabaste usándolas
de hábil icono que lucha siempre en nombre del amor.
Habrías podido hacerme reír alguna vez para variar,
y yo habría sido, para variar también, alegre
y risueña, y femenina, y dulce; y me habría relajado,
por cambiar un poco, arropada en tus brazos cálidos.
Y ahora, como siempre tarde, llega la risa,
encontrada de casualidad a media tarde,
y descubro que las cosquillas que no tuve
y quizá ahora tuviera, están burlándose de mí.
Pero ya sabes que soy tímida y reservada
cuando están vetadas las palabras,
y que me siento fuera de juego y en terreno hostil
cuando me acerco demasiado a ti sin armadura.
Así que esta súplica es para rogarte que no me hagas
pedirte, que no me hagas necesitar decirte,
que quiero que me hagas reír, y que me hagas feliz,
para variar un poco.
Porque aunque me notes rígidas las escamas de lagarto,
no es más que el desuso y la falta de costumbre,
y esa extraña manía de no saber vencer la parálisis
de desearte hoy en concreto, y siempre en general.
Julia Mena
Julia Mena
EL ALBA QUE HE INVENTADO PARA TI
Puede llamarse a esto vida
si me late arrítmico el cráneo en lugar del corazón,
y levanta piquete y huelga el odiado aire
para no dedicarle a mis pulmones más visita
que la que prolonga y retrasa el fin.
Puede llamarse muerte a esto
de tener a quien querer y quererle a veces,
y tener de qué admirarme sin tener por ello ganas
de ser hoy quien con todo puede y nada duele
y por nada lucha y a nadie teme.
Ser contigo lo que no sé ser sin ti,
abdicar de la corona que gobierna los mendigos
de la rabia y la amargura, y liberarme del pasado
para acercarme a ti de un negro inmaculado,
virgen de promesas ex-renacidas, hoy nacidas para ti.
Y no servirá este grito para quebrar el espejo que me cuestiona,
ni bastará cincel para tallar la cerradura que me abra el camino al olvido,
al no recordar cuánto echo de menos ser cuerpo cuando te vuelves
amor en mi regazo, y la paz que derrama entre tus brazos
cuando me quieres carne, y látigo, y respuesta.
Y no bastará este grito para sentirme viva
más que derribar compuertas y flagelarme al alba entre tu pecho,
y correr a donde existas, y decirte que desde que nunca has aparecido
echo de menos el sentido de los vientos, y echo en falta
hasta la ausencia que por no venir no me has dejado.
Julia Mena
si me late arrítmico el cráneo en lugar del corazón,
y levanta piquete y huelga el odiado aire
para no dedicarle a mis pulmones más visita
que la que prolonga y retrasa el fin.
Puede llamarse muerte a esto
de tener a quien querer y quererle a veces,
y tener de qué admirarme sin tener por ello ganas
de ser hoy quien con todo puede y nada duele
y por nada lucha y a nadie teme.
Ser contigo lo que no sé ser sin ti,
abdicar de la corona que gobierna los mendigos
de la rabia y la amargura, y liberarme del pasado
para acercarme a ti de un negro inmaculado,
virgen de promesas ex-renacidas, hoy nacidas para ti.
Y no servirá este grito para quebrar el espejo que me cuestiona,
ni bastará cincel para tallar la cerradura que me abra el camino al olvido,
al no recordar cuánto echo de menos ser cuerpo cuando te vuelves
amor en mi regazo, y la paz que derrama entre tus brazos
cuando me quieres carne, y látigo, y respuesta.
Y no bastará este grito para sentirme viva
más que derribar compuertas y flagelarme al alba entre tu pecho,
y correr a donde existas, y decirte que desde que nunca has aparecido
echo de menos el sentido de los vientos, y echo en falta
hasta la ausencia que por no venir no me has dejado.
Julia Mena
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