lunes, 5 de mayo de 2008

La vida incompleta



Siempre he huído de las personas que, pudiendo decir las cosas de una manera sencilla y contundente, se empeñan en utilizar tecnicismos complejos que codifican su mensaje sólo para unos pocos. Si algo importa en esta vida debe decirse en alto y de forma clara, y eso, precisamente, es lo que han hecho en Murcia, Francisco Brines ( el viernes 18 de abril) y Antonio Tabucchi ( el lunes 21 de abril). Ambos, poeta y novelista respectivamente, han hecho, en el espacio de una semana, un buen elogio de la literatura de la manera más eficiente: huyendo de los tecnicismos más académicos para llamar a las cosas que importan por su nombre.La literatura y la vida son dos cosas bien diferentes y si se pudiera elegir, como dijo Tabucchi, entre hablar del amor o hacerlo, desearía hacerlo muchas veces. Porque la vida no debe perderse en exceso tratando de describir su belleza presente si puede vivirse. Sin embargo, tanto Brines como Tabucchi coinciden en que, esta vida por sí sola en insuficiente. Su temporalidad, no siempre administrada con justicia, la hace demasiado corta, finita, incompleta, de ahí la eterna búsqueda del hombre (y del artista) de algo que la trascienda, la supere, la haga infinita.La literatura consigue hacer de nuestra única realidad un prisma infinito lleno de infinitas posibilidades: Cervantes fue al mismo tiempo Alonso Quijano, Flaubert, Emma Bovary y Goethe el mismo Fausto. La Teoría de los Mundos Posibles, despojada de tecnicismos, viene a revelar algo muy simple y, al mismo tiempo, enriquecedor: la literatura, a través de la verosimilitud, es capaz de crear una infinitud de realidades, espacios, tiempos y vidas posibles.

La poesía (la literatura entera) es cosa de drogadicción, dijo Brines, de autodrogadicción diríamos nosotros, no por lo que tiene de nocivo, sino por su capacidad adictiva y alucinógena. También a esto se refirió Tabucchi, la literatura viene a demostrar que la vida es insuficiente; el acto (la vida) en sí no puede serlo todo, ya que su potencia (la literatura) es infinita. Esto explicaría porqué todos los holocaustos del mundo nunca empezaron por las personas, sino por los libros.Pero, ¿para qué sirve la literatura? Su finalidad más natural es escribir acerca de lo que se desea o de lo que ya hemos perdido, pero existen multiples motivos. ¿Se escribe porque tenemos miedo de la muerte?, ¿o no se escribe porque tenemos miedo de la vida? Plantea Tabucchi. Una cosa está clara, y aquí coinciden ambos escritores: el compromiso del artista no está tanto en lo político o en lo social, cuanto en la sinceridad de sus palabras. No se puede escribir por compromiso social o por obligación, finaliza Tabucchi y yo, con él.

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