Hay libros que transcienden la Literatura, cuyos autores no buscan contar una historia con el objetivo de hacer disfrutar al lector, sino incomodarle. Son libros que se encuadran dentro de géneros como el testimonio, el ensayo, o el periodismo. Gomorra, la obra que ha encumbrado (y condenado) a Roberto Saviano es el penúltimo ejemplo de ello.
Para quien aún no conozca el fenómeno Gomorra le pondré en contexto en unas pocas líneas. Un joven periodista (y escritor) napolitano, Saviano, publica un libro en 2006 en el que cuenta desde cerca, desde muy cerca, la influencia de la organización criminal-empresarial de la Camorra en la vida de Nápoles y su provincia.
El libro de Saviano es crudo, directo, con una narración en la que a través de frases directas y breves vemos cómo viven los grandes mafiosos, pero también los camellos de poca monta. La prosa de Saviano destila una ira contenida durante mucho tiempo y provocada por lo que ha constatado durante la preparación del libro: que de las garras de la Camorra es difícil escapar.
Las repercusiones de Gomorra (condena de muerte de la Camorra al autor, película basada en el libro que amplificó su eco) han convertido a Saviano en un nuevo Salman Rushdie, en un hombre que tiene que vivir escondido, pero que, según ha declarado, no se arrepiente de escribir un libro que es más una confesión que una obra literaria.
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