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Llora el viento un nombre que no es Mary,
Corren despavoridas aves artificiales,
pinceles de cera que menudean a los grandes,
estrías inarmónicas de severo y respetable embrujo, garabatos
parecen desfilar por la espiral infinita de tu rastro, Lucy.
No nos ayudaste en realidad , es más, nunca te gustó
Esa manera nuestra de homenajearte,
Quizás ahora tenga más sentido nuestro trono, hey Jude?
Sea más propio tu retrato que el que te hizo Juls,
Cuarenta y seis son pocos años comparados con los que vivirás,
olisqueando el azahar y las mandarinas; cansada de ver ese techo espeso,
goteando viscosos pedazos de confitura fresca,
que abonarán tu regadío de celofán amarillo y verde,
que aunque seco, crecerá y crecerá.
Aunque nunca más allá de ti, Lucy, cuando te vayas,
Con ese torniquete cromático en tus ojos, nunca más allá.
Te buscaremos en el río, bajo el puente,
En el recreo infantil de caballitos de madera y golosinas,
pero no estarás,
porque ya te dije, que no,
no nos sirves, así.
Mejor, imagínate varada en una estación de tren,
En la estación donde te dejaron esos taxis de papel,
Donde los guardias llevan corbatas que parecen de cristal,
Donde siempre estarás, Lucy, con las nubes brillantes
Donde recelosa dudarás si entrar en tu parnaso,
Ahora que está ahí, no perderla de vista,
La chica de ojos calidoscópicos,
súbita,repentina, a la vuelta de la esquina
quédate, Lucy, quédate quieta,así, en las alturas escondidas,
con tu antifaz inocente,Lucy, allí,
con todos los diamentes,Lucy, como botín.
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A la memoria de Lucy O´Donnell (1963-2009)