Tras el inesperado naufragio, me encontré rodeado por cientos de individuos que, clamando por auxilio con desesperación, flotaban indefensos sobre las crueles aguas del océano. Como estas ocasiones ameritan, cada uno de nosotros buscó, como pudo, su propia supervivencia.
Una joven rubia fue la primera en verme nadar ávidamente contra la corriente, antes de sentir la afilada caricia de mis dientes contra su jugoso cuerpo.
ESTILO ORIGINAL
Un enorme huevo de pez fue arrastrado por la brava marea hasta una playa solitaria. Al sentir el calor del sol veraniego acariciando el cascarón, el pez supo que era el momento de nacer. Asomó su cabeza tímidamente y observó a una cangreja alegre que lo miraba con los ojos desorbitados.
- ¿Mamá? – preguntó el pececito.
- ¡Comida! – pensó la cangreja.
Sin embargo, al ver la mirada tierna y transparente del recién nacido, el crustáceo logró vencer su instinto y adoptarlo como si fuera un hijo de su propio vientre. Lo condujo a los empujones hasta las aguas de la costa y le enseño su nuevo hogar. Allí, el pez se sintió espléndido, como debe sentirse un pez en el agua. Y fue así que, gracias a la influencia de su madre de leche, el pequeño pez aprendió a nadar con un original movimiento hacia atrás, inventando un nuevo estilo que los demás peces adoran imitar.Estos dos microrrelatos son de MARTÍN GARDELLA. Podéis leer más textos suyos en su blog personal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario