OTRA ESTÚPIDA LISTA
Me gusta dejar pasar el tiempo
para tener luego en el buzón más cartas tuyas que leer.
Me gusta poner música antes de salir de la habitación
para luego encontrarla encendida cuando vuelvo a entrar.
Me gusta poner música, salir de la habitación,
y sorprender de regreso al azar en una canción.
Me gusta pensar en los libros que escribiré,
que son los mismos que no he escrito.
No me gustan los escritores
que usan en vano la palabra “vida”,
pero me gustan las palabras que juntas
suenan igual que una mala traducción.
En poesía me gusta jugar con la paradoja,
en mi cuerpo, con la descontextualización de los estereotipos.
Me gusta dormir para despertar,
y estirar el día al máximo dentro y fuera de mí.
No me gusta pensar en el tiempo,
en las cosas que hay que hacer, ni en Dios,
porque no creo en el tiempo,
en las cosas que hay que hacer, ni en Dios.
No me gustan los “no me gustan”,
pero sí me gustan los “me gustan”
y el “Eros es más” de González Iglesias.
Adoro los dedos heridos por la huella del agua,
la “familia” a la que llamas “amigos”
y los “amigos” a los que llamas “familia”.
A menudo imagino qué sienten los poetas cuando abro sus libros
o el músico que escucha su propia canción por la radio. ¡Oh, sí!
Me gustan -nos gustan- los escritores escondidos,
pero casi más los lectores escondidos.
Asimismo, amo olvidar lo que odio
aunque odio aún más olvidar lo que amo.
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